Para la Fortaleza de la Juventud 4

Las amistades

“En cuanto lo hicisteis a uno de éstos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).

“…en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).
Selecciona a tus amistades con mucho cuidado, ya que éstas surtirán una gran influencia en tu modo de pensar y actuar, e incluso podrán determinar la persona que llegarás a ser. Elige amistades que tengan los mismos valores que tú a fin de que puedan fortalecerse y animarse mutuamente a vivir normas elevadas. Un verdadero amigo o una verdadera amiga te animará a comportarte de la mejor manera posible.
Para tener buenas amistades, tú mismo o tú misma tienes que ser un buen amigo o una buena amiga; demuestra interés en los demás y hazles saber que sientes afecto por ellos. Trata a todos con bondad y respeto; esfuérzate por brindar amistad a aquellos que son tímidos o que sienten que no forman parte del grupo.
Invita a tus amistades que tengan otras creencias religiosas a asistir a las reuniones y actividades de la Iglesia, donde puedan aprender acerca del Evangelio. Ayúdales a sentirse bien recibidos y aceptados. Muchas personas se han unido a la Iglesia por medio del ejemplo y el hermanamiento de sus amistades. No te ofendas si tus amigos o amigas rechazan tu invitación de aprender más en cuanto al Evangelio; simplemente continúa siendo su amigo o su amiga.
Haz un esfuerzo especial por tender una mano de ayuda a los nuevos conversos y a los menos activos; ayúdales a sentirse aceptados entre tu grupo de amistades. Tú puedes fortalecerlos al compartir tu testimonio y al dar un buen ejemplo.
Alma 17:1–2


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